Esposa: ¿A dónde vas?
…- Esposa: ¿A dónde vas?
+ Marido: Salgo un rato.
– ¿Te vas con el auto?
+ Sí.
– ¿Tienes bencina?
+ Sí, ya le puse.
– ¿Vas a tardar mucho?
+ No mucho.
– ¿A dónde vas?
+ No sé, por ahí. A dar una vuelta.
– ¿Y no prefieres ir caminando?
+ No, voy con el auto.
– ¿Me traes un helado?
+ ¿De qué sabor?
– De chocolate.
+ Bueno, voy a la vuelta por la heladería y te traigo.
– ¿A la vuelta?
+ Y si no, se derrite.
– ¿Por qué no vas ahora, vuelves y me lo dejas?
+ Mejor a la vuelta, va a ser mejor.
– Ya…
+ Cuando vuelvo tomamos el helado juntos.
– Pero a ti no te gusta el chocolate.
+ Me compro otro.
– ¡Trae de vainilla!
+ Tampoco me gusta la vainilla.
– Entonces de frutilla, que nos gusta a los dos.
+ OK. Besos, vuelvo en un rato.
– Mijito.
+ ¿Qué?
– Mejor frutilla no. Trae limón.
+ ¡No me gusta el limón!
– Entonces traeme chocolate a mí y para ti lo que quieras.
+ Fue lo que dije al principio.
– ¿Estás siendo irónico?
+ No, me voy.
-¡Dame un beso!
+ Bueno… (beso)
– ¿Vas con tu auto o con el mío?
+ Con el mío.
– Usa el mío, tiene CD. El tuyo no.
+ No voy a oír música, voy a despejarme un poco.
– ¿Necesitas despejarte?
+ No sé, cuando salga te digo.
– ¡No tardes!
+ No tardo… (abre la puerta).
– Amor…
+ ¿Y ahora qué…?
– ¡Qué grosero! ¡Mejor ándate!
+ Estoy intentando irme y no me dejas.
– ¿Por qué tienes que ir solo? ¿Te vas a encontrar con alguien?
+ ¿Qué quieres decir?
– Nada.
+ (Cariñoso) ¿Creés que te estoy engañando con alguien?
– No… claro que no… pero tú sabes cómo son.
+ ¿Cómo son quiénes?
– ¡Los hombres!
+ ¿Estás generalizando o estás hablando de mí?
– Estoy generalizando.
+ Entonces no se aplica a mí. Sabes que no te haría algo así.
– Ya, bueno. Anda entonces.
+ Me fui.
– Espera.
+ ¡Ay por Dios! ¡¿Qué?!
– Llévate el celular, ¿quieres?
+ ¿Para qué? ¿Para que me estés llamando a cada rato?
– No. Por si pasa algo.
+ No te preocupes.
– Perdóname por la desconfianza. ¡Es que te extraño!
+ Está bien. No quise contestarte así. Te amo.
– ¡Yo también!
– ¿Puedo usar tu celular?
+ ¿Para qué?
– Es que me gustan unos jueguitos.
+ ¿Quieres mi celular para jugar?
– Sí.
+ Usa la computadora, hay un montón de juegos ahí.
– No entiendo ese aparato…
+ ¿Y para qué me hiciste que te la comprara el mes pasado?
– No importa. Llévate el celular porque si no, lo voy a usar.
+ Úsalo, no hay nada importante en él.
– ¿Sí?
+ Sí.
– ¿Dónde está?
+ ¿Qué cosa?
– ¡Lo que debería estar en el celular y no está!
+ ¿Qué?
– ¡Nada! ¡Olvídalo!
+ ¿Estás nerviosa?
– No, no estoy.
+ Entonces me voy.
– Lo último…
+ -¿¿¡¡QuééééÉÉÉÉ!!??
– ¡No quiero más el helado!
+ ¿Ah no?
– ¡No!
+ ¡Entonces yo no voy a salir!
– ¿Ah no?
+ ¡No!
– ¿Entonces te quedas conmigo?
+ No, me aburriste. ¡Me voy a dormir!
– ¿Estás nervioso?
+ ¡Sí!
– ¿Y por qué no te vas a dar una vuelta para despejarte?
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