El chiste del marido obligado a pagar a la propia mujer
El marido llega de un viaje largo. Un mes sin ver a su mujer, lógico su deseo sexual. Su esposa se hace la difícil.
-Somos marido y mujer. ¿Qué te pasa? –reprocha el ansioso marido.
-No es eso mi amor. Sino tengo una idea que nos va a convenir. Cada vez que quieras tener sexo, depositas 5 dólares en la alcancía, este chanchito que compré, y nos servirá como ahorro. Haz la cuenta que te vas a un cabaret y pagas a esas mujeres por un palo, pero allí te cobran más, de 10 arriba. Aquí pagas sólo 5.
Como la arrechera era grande, el hombre acepta la condición.
Pero cada vez que quería echarse un palo, la mujer le recordaba:
-Ya sabes lo que tienes que hacer, de lo contrario, ni te apegues.
Y si quería repetir, tenía que poner 5 más en el chanchito. Nada gratis.
Llegó diciembre, el marido cree que ya es hora de ver cuánto han ahorrado.
-Rompamos el chanchito y con eso nos ha de alcanzar para comprar juguetes para los niños.
-Está bien -dice la mujer.
El hombre alza el chancho y se sorprende que esté pesado. Lo lanza al piso, se rompe y se desparraman los billetes. Él se pone alegre y le pide a su esposa que le ayude a contar.
Empieza a recoger los billetes. Uno de 5, otro de 5 y otro más de 5 dólares. De pronto encuentra uno de 10, se asombra: “pueda ser que por la arrechera no me fijé bien”. Sigue la recopilación y otro más de 10, piensa que fue por el apuro de echarse el palito. Cuando asomaron otros más de 10 ya le pareció extraño, y mucho más cuando encontró billetes de 20 y peor al toparse con unos de 50 y de 100. Allí le dice a la mujer.
-Esto está muy raro. Yo sólo ponía 5 por palo, pueda ser que en algún momento me confundí, pero no es para tanto.
La mujer con toda serenidad le responde:
-¡Qué crees que todos son tacaños como tú!
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